Cuando me preguntan qué es el Shiatsu y por qué lo elegí se me vienen muchas ideas a mi mente. Si bien puedo dar una definición más técnica de lo que esta terapia es y los beneficios que tiene, hay algo mucho más profundo y más humano difícil de describir.

Una sesión de Shiatsu es, para mí, establecer un puente con la persona que llega a mi consulta. Una forma de comunicación que va más allá de lo verbal. Particularmente, me gusta comenzar con una charla previa para conocer los hábitos de la persona, su alimentación, sus actividades y sobre todo saber el momento de vida que está atravesando para lograr comprender el porqué de su visita. En el interior, lo sepa la persona o no, hay algo que convoca ese encuentro, una búsqueda de algo más grande. Muchas veces no somos conscientes de nuestro estado físico o emocional hasta que sucede algo que inevitablemente nos hace verlo, un malestar, un síntoma, o un estado anímico.

Cuando finaliza esa charla, damos lugar al momento más importante de la sesión, la terapia física y digo terapia porque en realidad no es un masaje, como muchos lo conocen.

Ahí comienza lo que yo le llamo la danza, el arte del toque, el vínculo con la persona, la conexión terapeuta - paciente, la confianza, la apertura y también el aprendizaje que ambos nos llevamos de esa sesión.

Cuando trabajamos en terapias energéticas, ambas personas damos y recibimos, ambos crecemos.

Una de las cosas más importantes a tener en cuenta es que la sanación y mejoría del estado general va a llegar cuando el paciente esté dispuesto.

Sanamos solamente cuando nosotros lo permitimos en nuestro interior. El terapeuta es sólo un puente, un canal, un acompañante de ese camino en el cual nadie hace milagros.

En el shiatsu hay escucha sin juicio, hay comprensión, hay aceptación de  cómo somos, de cómo estamos y de por qué elegimos lo que elegimos y sobre todo hay empatía y amor.

El fin del Shiatsu es acercarle a la persona, una herramienta para encontrarse con su  propio cuerpo, su mente, sus emociones, su espíritu, permitirse estar mejor, sanarse y disfrutar de ese proceso.

 

Soledad Mansilla